Centrales Nucleares, 2019 – 2020

Un porcentaje importante de la electricidad que este país necesitó para despegar a partir de mediados de los años 60 se produjo en las centrales nucleares de Zorita (José Cabrera), Garoña y Vandellòs I, que se inauguraron entre 1968 y 1972. Zorita suministró energía a la parte central de la Península, Garoña alimentó a la zona del Norte y Vandellòs I a Cataluña y Levante. Todas las centrales nucleares están situadas en la mitad septentrional de la Península.

La vida útil de una central nuclear es de aproximadamente tres décadas. Una vez que deja de funcionar, en nuestro país en general se desmantela. Pero, ¿a dónde van a parar los residuos, a los que como mínimo les quedan quinientos años de radiactividad?

Una central nuclear lleva al límite la idea de inaccesibilidad del ‘sancta sanctorum’ de un templo, pues en este lugar, donde habita el dios, solo pueden entrar los sacerdotes, mientras que al interior del reactor de una central nuclear no puede acceder nadie. La esencia de la central nuclear es, por ello, irrepresentable. Toda central nuclear es un búnker al revés: protege a los de fuera de lo que hay dentro.

El poblado para los trabajadores de Vandellòs I es obra del arquitecto Antonio Bonet Castellana y está habitado.

Por encima de Vandellòs I, Vandellòs II y la Central Eléctrica perduran los restos de un búnker que construyó el ejército republicano durante la Guerra Civil porque se suponía que el enemigo desembarcaría en este punto de la costa.

El poblado de la central nuclear de Zorita fue diseñado por Antonio Fernández Alba y está deshabitado. La central misma está siendo desmantelada a toda velocidad.